PARTICIPACIÓN

Cuando hablo de “participación” me refiero a la implicación de las personas en la programación y el proyecto de paisajes públicos o comunitarios. Se trata, en efecto, de una forma de democracia del paisaje en acción. Esta idea surgió de mi convencimiento de que las personas que están implicadas en un lugar (o en un paisaje) tienen derecho a desempeñar un papel importante en lo que sucede en él. Este derecho va más allá de la propiedad literal y se extiende a aquellos que participan de él en su sentido más amplio. En cierta manera, es parecido al derecho al voto que tienen dentro de sus comunidades. Si se utiliza adecuadamente, confiere a las personas el derecho a participar en decisiones que afectan a sus vidas.

Creo que la cuestión fundamental es cómo utilizar de forma creativa este derecho a la participación. En mis proyectos he desarrollado un proceso denominado “Tomar parte”. Éste guía a los interesados a través del proceso creativo de elaboración del programa de un proyecto nuevo o del rediseño o reutilización de uno ya existente. El origen de esta idea se remonta a los comienzos de mi carrera profesional, cuando unos amigos me pidieron que proyectase una pequeña zona de viviendas. Mi equipo elaboró planos e imágenes de aquello en lo que iba a convertirse; dibujamos perspectivas para ver cómo iba a quedar e hicimos maquetas de jardines tipo. Estaba deseando enseñárselo. Mis amigos llegaron, se sentaron y yo les presenté los dibujos y las diapositivas. No dijeron ni una palabra. Al final pregunté: “¿Qué pasa?, he puesto toda mi creatividad en estos dibujos”. Me respondieron: “Sí, es bonito, pero se trata de toda tu creatividad; los dibujos no dejan espacio alguno para nuestra creatividad”.

A raíz de esta experiencia, decidí empezar cada proyecto con un taller para trabajar el proceso creativo de forma que las partes implicadas pudiesen participar con sus propias aportaciones creativas. Es importante incluir participantes de distinto tipo en el taller “Tomar parte”. No sólo a los interesados directamente; también es vital contar con las personas responsables de su implementación y mantenimiento. En un parque urbano, por ejemplo, habría que incluir (y no sólo escuchar) las aportaciones de los empleados del departamento de parques. ¡No está permitida la asistencia de mirones a los talleres!

El proceso del taller se organiza alrededor de vías que susciten la creatividad de los participantes. Nos hemos dado cuenta, por ejemplo, de que a menudo las personas carecen de una comprensión profunda de los propios emplazamientos. Incluso alcaldes de ciudades han admitido que no entendieron las cuestiones relacionadas con un solar ubicado en su ciudad hasta que participaron en el taller. Por lo tanto, solemos comenzar con “Los paseos de toma de consciencia” por el entorno en cuestión. Los paseos se han diseñado de manera que conecten a los participantes con el emplazamiento a través de las sensaciones, del sonido e incluso del contacto con los habitantes naturales y biológicos de la zona. Estos paseos pueden durar varias horas, dependiendo de la complejidad del problema. Algunas veces tapamos los ojos a los participantes durante un tramo del paseo para que concentren sus sentidos en los sonidos, los olores y la atmósfera del lugar. Cuando finaliza el paseo vuelven al taller y dibujan, bailan o cuentan una historia de su experiencia. Basándose en lo que han aprendido, trabajan en grupos con el resto de los participantes y empiezan a desarrollar programas para el nuevo paisaje.

Los talleres se desarrollan en varias fases hasta que se esbozan los planos y se llega gradualmente a un consenso. Generalmente, el taller incluye a miembros de nuestro estudio. Esta experiencia les proporciona una comprensión empática de las necesidades, ideas, conflictos y tensiones que hay que tener en cuenta. Los resultados del taller son valiosos para nuestro estudio y acaban integrados en los planos finales del paisaje.

El proceso “Tomar parte” ha dado lugar a proyectos que han gozado de un éxito considerable. La fuerza de los resultados depende del aprovechamiento de la energía creativa de la comunidad. No sólo ha demostrado ser extraordinariamente útil, sino también agradable. Todos nos beneficiamos de nuestra implicación en el proceso.

La participación en estos talleres interactivos ha hecho crecer mi propia creatividad y ha dado lugar a relaciones creativas con los clientes y los accionistas. Y, lo que es más importante, este tipo de participación amplía la comprensión que tienen las personas del modo en que somos capaces de influir en los espacios públicos y en las comunidades. Con esta comprensión llega el compromiso y el apoyo. Ahora más que nunca, nuestros terrenos públicos y los espacios abiertos necesitan este tipo de apoyo consciente.

Lawrence Halprin

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